La pincelada

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El conocimiento más básico que debemos dominar es el manejo del pincel como la herramienta más básica de pintura y es que la forma en que damos la pincelada condiciona mucho la rapidez y el acabado. Especialmente crucial es controlar la pincelada cuando escogemos un estilo de pintura basado en capas o en degradados, ya que en estos casos la forma de trazar nuestra pincelada será la clave del proceso. Otros estilos como el de puntear o el de pintar en húmedo nos permiten más libertad de pincelada, pero debemos conocer las implicaciones de unos y otros.



Pintando con un estilo basado en capas, en primer lugar hay que romper el mito de que el pincel tiene que ser pequeño para pintar miniaturas. Usaremos un pincel de un tamaño considerable, capaz de cargar mucha pintura y retenerla durante más tiempo. Además, usaremos el largo del pelo para pintar, por lo que preferiremos los pinceles con pelo más largo, y usaremos la punta del pincel solo cuando sea estrictamente necesario. Los pinceles con poco pelo rara vez nos servirán para algo ya que por muy afilados que estuvieran, la pintura se secará en el pelo antes de que podamos llegar a pintar con ellos.


Comparación entre una moneda de un euro, un interesante pincel de W&N del 1, y un pincel no tan interesante de W&N del 00.
Para dar una capa de pintura, utilizaremos un trazo plano o semiplano (sin arrastrar la punta, con cierta lateralidad). La pincelada de esta forma es mucho más ancha, cubre más homogéneamente y aprovechamos la capacidad de carga de un buen pincel. Además controlamos mejor la distribución del pigmento.



Al dar una pincelada, veremos que al final del trazo, justo antes de levantar el pincel, se deja mayor cantidad de pintura. Se trata de una gotita de color que suele estropear un trabajo que parecía relativamente homogéneo. Esta propiedad de la pincelada, si no la controlamos, puede ser un problema, y cuánto más carguemos el pincel, más se acentúa. Debemos tener en cuenta este hecho y usarlo para nuestro beneficio. Si estamos trazando una pincelada en un área de sombra, procuraremos que el final de la trazada sea en el lugar de máxima sombra, para dejar ahí la acumulación de pintura. Lo mismo ocurrirá con un área de luz.

Si lo que queremos es conseguir un color plano homogéneo, lo más conveniente es diluir menos la pintura. Debemos también dominar la pincelada para aplicar capas semitransparentes de pintura. El trazo plano o semiplano es clave también en este caso. Lo que controlaremos cuidadosamente será la dilución de la pintura, y la cantidad de pintura que cargará el pincel al pintar. Cuanto más diluida esté la pintura, la capa será más transparente, y conforme menos cantidad de pintura carguemos en el pincel, mayor control tendremos sobre el efecto y más rápido será el proceso, porque la pintura secará antes. Si cargamos el pincel demasiado corremos el riesgo de empapar en lugar de pintar, y al no secar rápido, el pigmento disuelto dejará de estar homogéneamente disuelto, se dispersará y formaremos cercos.



Lo más importante que debemos tener en cuenta es el hecho de dejar secar cada capa de pintura antes de dar la siguiente. Esto es sin duda uno de los errores más comunes y extendidos que se cometen al iniciarse en la pintura por capas. Cuando damos una pincelada, depositamos pintura sobre la superficie, y si volvemos a dar otra pincelada encima de esa sin esperar a que la anterior haya secado, en lugar de depositar más pintura, estaremos desplazando la pintura que aún está húmeda.

Sea cual sea nuestra habilidad para la pincelada, el estado y la calidad de nuestro pincel es fundamental, no debemos descuidar esto porque puede ser un constante foco de frustración, o limitar mucho nuestra capacidad de pintura.