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Los metales son una superficie complicada de representar. El brillo natural del metal y sus capacidades de reflexión de la luz hacen que pintar metal sea algo muy complicado. En la pintura tradicional, el metal representado en dos dimensiones es relativamente fácil de conseguir: forzamos los contrastes y los brillos, y simulamos los reflejos que el metal produce naturalmente en el contexto de una sola vista. En pintura de esculturas, en tres dimensiones, esto es algo mucho más complicado. El brillo es algo que depende de la posición del espectador, y por lo tanto el método tradicional no nos sirve, ya que, al cambiar de vista, el brillo queda fijo en un sitio y no se mueve con el punto de vista del espectador, por lo que se pierde la sensación de metal.
Metal pulido en la punta de un bolígrafo.
Para intentar imitar un efecto de metal realista, se desarrollaron pinturas con pigmentos llamados metálicos, que simulan el brillo natural de estos materiales. Al pintar con este tipo de pigmentos, toda la superficie adquiere un aspecto metálico, y aunque es una buena aproximación, no conseguimos el reflejo natural de los metales pulidos (aunque con algunas pinturas muy específicas nos acercamos bastante). Vamos a intentar engañar al ojo forzando los brillos a estar siempre en la misma posición, al igual que hacemos con cualquier otra superficie en miniaturas, pero ésta vez la colocación no dependerá tanto del esquema de luz elegido sino más bien de nuestra intencionalidad.
Incluso oxidado, el metal sigue teniendo fuertes brillos.
Brillos en esferas metálicas.
El secreto de los metales es por lo tanto representar la reflexión de la luz de la manera adecuada. Los metales, cuanto más pulidos están, más sufren de reflexión especular, es decir, que se asemejan más a un espejo en cuanto a cómo reflejan imágenes. Esto es lo que vamos a intentar representar al pintar nuestras miniaturas. Para ello vamos a usar dos características que si controlamos bien marcarán la calidad de nuestro pintado:
- La primera característica es que es fundamental el uso de contrastes de color muy fuertes, extremos, sobre una tonalidad media previa. Iremos por ejemplo desde el negro al blanco en metales plateados, de marrones claros a oscuros en metales dorados, etc. La gran diferencia con el pintado de cualquier otra superficie es que en los metales diferenciaremos en extremo los cambios de plano y la colocación de las luces. Ésta última, que en otras ocasiones viene determinada por la posición del foco y la iluminación, en este caso será arbitraria, casi a nuestro gusto, representando el hecho de que los metales funcionan como espejos. Nos valdremos de todas las formas de contraste que ya hemos visto y las usaremos combinadas unas con otras.
- La segunda característica será la limpieza de las transiciones. Un metal con transiciones poco limpias no resultará nada creíble, y esto es especialmente crítico cuanto más pulido sea el metal a pintar. Cuando pintemos metales con pigmentos metálicos veremos que estamos jugando con el contraste de brillo, y ese contraste es muy sensible a las transiciones poco suaves, los saltos de brillo se notan fácilmente y estropean todo el trabajo.
Armaduras metálicas con ligeros reflejos de color.
Metal gastado con óxido y efectos de sangre.
En el metal, las luces serán los reflejos especulares de los rayos de luz, ya sea del sol o de una fuente alternativa de luz. Las sombras serán las imágenes reflejadas de superficies cercanas al metal, y tendremos en cuenta que cuanto más pulido esté el metal, más intenso será el reflejo. Estas superficies cercanas marcarán el color que usaremos para las sombras. Tendremos que hacer un estudio de la superficie metálica para identificar dónde irán las luces, y qué están reflejando las zonas de sombra. En ocasiones en las que no existe un objeto cercano al metal para usarlo como reflejo, nos valdremos de una licencia creativa. Usaremos el cielo si el metal mira hacia arriba, por lo que usaremos colores azulados, o el suelo si mira hacia abajo, por lo que normalmente usaremos los mismos tonos que usaremos para la peana. También podemos usar el color predominante de la figura, para que el metal quede conjuntado con el resto de la figura. Las posibilidades son infinitas.
Metal pulido pintado con pinturas metálicas.
Metal pulido pintado con pinturas no metálicas.
Dicho esto, vamos a ver las dos formas más famosas que tenemos de representar metales en miniaturas, el Metal Real y el NMM (en español, MNM, Metal No Metálico). Las dos formas, a pesar de lo pretencioso de sus nombres, son en realidad la misma técnica. La diferencia radica en que en una utilizaremos colores con pigmentos metálicos y brillos mientras que en la otra utilizaremos colores mate.
4 comentarios:
Como siempre, un artículo didáctico a tope!
Mi chica se ha hecho gran seguidora de éstos artículos, pues como sabes está aprendiendo a pintar... y dice que le encantan!
Así que sigue con ellos!
Un saludo Rafa
Interesante...tal vez algun día aprenda a pintar metales no metálicos? ^^
Siempre me sorprenden y aprendo de tus articulos Rafa, ahora a ponerlos en practica!!!
muy interesante! espero con ansia los siguientes articulos!
nos vemos
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